lunes, 3 de junio de 2013

Hace unos días, durante el curso que estoy haciendo me pusieron una tarea que consistía en decir en una sola palabra como me sentía. Mi respuesta fué: AGRADECIDA.
Hoy hace 58 años vine a este mundo muy decidida --según testimonio de mi propia madre--
A ella le vinieron las contracciones a media mañana y le dijo a su hermana:
--Dora, tengo dolor de barriga--
Tenía solo 16 años y nunca había parido, así que no reconocía la diferencia.
Mi tía le dijo:
-- Ay, niña debe ser de tanto bailar, tómate una alka-seltzer y acuéstate.
Pero que va, el dolor persistió y llamaron a una partera vecina del barrio Torices allá en Cartagena de Indias.
Una hora más tarde, estaba yo saliendo en la primera pujada, con el motorcito prendido y aún creo que hay para rato, porque hasta el momento soy unidad sellada, ni una sola cirugía.
GRACIAS DIOS!... Este es un cartel que tengo al frente de mi cama, para antes de levantarme, agradecerle a ese Dios que me dio la vida y su madre por inocularme cada día ese aliento para crecer en el espíritu, por cuidar mis pensamientos y cuidar a mi familia.
Y es que desde que adopté el hábito de agradecer, recibo más de lo mismo. También cuando me quejaba recibía más motivos para hacerlo.
Agradezco a la vida, por todas esas situaciones fascinantes que me enriquecieron, por los amores, los desamores y por todo lo bailado, Juepa jé...
Gracias por todos los afectos que me han acompañado a lo largo de mi vida nómade. Se que no soy una persona fácil, y además rebelde y con la dualidad geminiana. Pero aún así me aceptan y lo más importante yo misma estoy asumida, pero con la conciencia que debo evolucionar cada día que tenga aún en este planeta.
Gracias a los maestros, a TODA mi familia y también a mi familia elegida: Mis amig@s.
Gracias a Bertilda, esa madre impúber que añoraba jugar con una muñeca que quizás nunca tuvo, por darme la vida y ese aliento de guerrera Caribe. A mi padre Elías, mi gran Maestro y mentor por enseñarme a pensar.
Gracias a mis hijos --mi principal motivación-- y a mi esposo, ese tesoro hallado en el otoño de mi vida. Gracias a mis hermanos, por su hermandad.
Gracias a la Oropéndola --Sofía-- por enseñarme a ser gente de bien.
Hoy, estoy contenta, no me cambio por nadie. Queda mucho aún por mejorar, pero a través del ensayo y error, en este día solo existe la mejor VERSIÓN de mi misma. Aprendo cuando yerro. Gracias a todos aquellos que me recuerdan mis falencias y que humana soy.
El único deseo que pediré hoy, es armonía y PAZ perdurable para toda la humanidad.

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