domingo, 21 de noviembre de 2010

PERFORMANCE EN CIENAGA DE ORO



Año 1998… Me encuentro en Ciénaga de Oro, —cerca de Montería— pueblo caluroso abandonado de la civilización y erosionado por el tiempo como la mayoría de los municipios de la costa Caribe. Estoy procurando legalizar el registro de matrimonio de mi abuelo, José. He llegado hasta aquí transitando por varios lugares que reflejan semejanzas. Vine desde Monteria es un jeep —posiblemente modelo 55— atravesando algunas trochas, todo un proceso.
El rutilante sol Caribe es inclemente, canicular, dispersando luces iridiscentes en el árido y polvoriento ecosistema; la piel exuda, tornándose pegajosa y un sopor denso penetra las fosas nasales… No sopla ni un ápice de brisa y el ambiente sofocante parece detenido en suspenso perenne e insoportable. En esta suerte, es apenas admisible que los empleados de la oficina clerical, se tornen flemáticos con el trámite que se hace tedioso,
Observo a Estela, la empleada del curato. Es lenta y remolca en su pesado deambular una estela surrealista de pesares, con toneladas de plomo, a pesar de su joven y enjuto cuerpo. Los costeños somos pausados en el proceder, menos cuando tenemos que bailar. Ahí desbocamos las danzas tribales que acompasan nuestros cuerpos y soltamos los ritmos ora procedentes de Mamma África, ora de los indígenas originarios de éstas tierras en una deliciosa fusión, que nos permite atrapar la alegría y exorcizar los malos augurios.
Los cachacos —de la planicie cundi-boyacense— nos rotulan de flojos pero me gustaría verlos aquí, con este sol bochornoso y noventa por ciento de humedad, donde la presión atmosférica y la arterial bajan considerablemente, dejándonos con poco aliento para trabajar. Falta demasiada voluntad para contrarrestar ese factor tan fulminante. Aquí nos acostumbramos a nuestra velocidad de libélulas y nos toleramos.
Los andinos que llegan a coexistir con nosotros, emprenden con muchos bríos, propios del ritmo que portan desde sus lejanas tierras y al final claudican, atrapados por el “golpe caribeño”, que los adormece y terminan bamboleándose en ese gran útero que es la hamaca… no hay mejor remedio…
“Con vaivén de hamaca ni se sufre ni se llora, Camaguey... Con vaivén de hamaca...“
Espero sensatamente en una banqueta desportillada que hace siglos no ve una mano de pintura. Un ventilador anacrónico —que alguna vez durante la segunda guerra mundial fuera brillante último modelo— ahora se mantiene con una pátina de óxido y desidia. Oscila lentamente, dándome un oasis de frescura cuando se detiene un segundo en su interminable devenir.
El agobio es denso dentro de la oficina y observo ensimismada los matices que deja filtrar la claraboya multicolor enclavada en lo alto del techo. Gotas de sudor forman un torrente en mi malograda humanidad y la ropa se adhiere a mi cuerpo húmedo… doy un suspiro de resignación... ¿Así será el infierno?... si es así, de esta tierra cuando muramos, iremos derechito pa’l cielo.
—No conseguirás amargarme. —Le digo a Estela, sin que se entere, por supuesto. No quiero que se incomode y haga más larga la tediosa espera—.
Hay aquí demasiada rebeldía en el ánimo de la gente. Esta la heredamos de los indios Zenues, que no permitieron ser pisoteados en su dignidad y quedó esculpida en nuestra esencia como marca de impronta y se nos revela constantemente, pero también se convierte en un impedimento para esbozar los sentimientos asertivamente.
—Niña… —Es un trato que suelen utilizar los habitantes de ésta zona—. Ahora regreso, mientras terminas iré a tomar una caraqueña… —estoy que exploto y prefiero salir antes de colmar mi paciencia—
Ella ni mira, ni contesta, pero sé que escuchó —parece que sufriera de enojo perenne—.
Salgo a la plaza y me topo con el tercer mundo en su salsa. Ventas ambulantes, burros rebuznando, carretas y pregoneros circulando por las calles... en fin, una verdadera republica banana, plena y palpitante. Nuestra realidad cotidiana aplastante y cruda. ¡Que delicia!
Somos inéditos, colmados de escenarios inverosímiles que forman parte de nuestra fragmentada realidad cotidiana, —un continente por narrar—. Pero a los foráneos, resultan atrayentes, exóticas y cuando viven éste espectáculo copioso en estímulos, les cuesta asimilarlo. Me deleito con la caraqueña que es una chicha deliciosa, típica de este pueblo. Los monterianos hacen el paseo hasta aquí para tomar ese refresco.
Doy vueltas por el pueblo con el sol calcinante transfiriéndome su ardor, pero el bochornoso mediodía me acobarda y regreso buscando una tregua. Todavía tengo que esperar, porque el párroco que va a firmar, salió a almorzar y regresa después de hacer siesta.
—¡Vaya caballero!... No contaba con ésta…
No me queda más opción que darle tiempo al tiempo. Me siento en el malogrado banco, aplico algunas técnicas de relajación, focalizándome en la respiración pausada y rítmica. Reposo lánguida.
Cierro los ojos y busco un mecanismo de distracción —lo hago cuando siento que la paciencia me llega al límite—. Todo cuanto nos sucede, lleva intrínseca una enseñanza. ¿Cuál será la moraleja que me hará trascender de ésta absurda situación?... mmm...
En esa espera interminable y tejiendo paciencias, aderezo con lírica mi misión y así fluyen los caminos hacia la meta con más suavidad y certeza. Buscándole lo teatral a ésta aburrida escena, puedo transitarla con un interés renovado y divertido, recreándome en los detalles quijotescos que la contienen.
Entonces, una chispa creadora se enciende espontanea en un hálito y me tomo la audacia de sondear en el pasado con el ánimo de explorarlo y comprenderlo, obedeciendo a la necesidad primordial de conocerme y comunicarme y así consigo reforzar mi ánimo que amaga derrumbarse. Cuando estaba en mi adolescencia encontraba sosiego en transcribir mis penas en un diario —de ahí me quedó la costumbre de relatar en primera persona— o me iba al mar y aumentaba el caudal de aguas saladas... al son que me toquen bailo…
—Es hora de llamar a las musas…
Entonces empiezan a aparecer, frágiles y efímeras gravitando en torno a mi… Capturo algunas. Las dádivas del tiempo me acompañan y me sumerjo en él, cabalgando mi fantasía desbocada, forjando nuevos sueños. Un propósito aparece certero, proveyéndome de aire naciente, en éste espacio absurdo y anacrónico—. Emprendo la tarea garrapateando y detallando exactamente en secuencias los hechos y lleno algunas páginas… ¡vaya!... Encontré como amansar el alma y aderezar mi perdurable espera,..
Heme aquí en el asentamiento inicial de nuestra historia, salpicada de atavismos. Ya no volveré a ser la misma. Voy concibiendo y pariendo… una vez más, como golondrina solitaria que percibe incógnitas abrumadoras en veranos perennes. En nuestra familia, se mantuvieron vedados los impulsos emocionales primitivos y nuestras falencias y oscuridades —atrincherándolas— como si evitando ventilarlas fuera garantía para erradicarlas. Pero estoy aquí cabalgando mi emoción y tomando las riendas de mi vida…
Recorrer ese camino al interior de mi humanidad, me permite reconocerme y empoderarme de la esencia antigua de mi ser. Así como armé un rompecabezas con los amarillentos papeles del registro de mi abuelo, empiezo a elaborar dentro de mí, un nuevo ser reinventado, con un anhelo: asumirme, así como acepto el entorno tercermundista que me rodea… acepto mi terruño, mi patria, mi continente, mis ancestros y a mi misma… tal como soy… Cada vez que venzo a uno de mis enemigos interiores, me siento creciendo como ser humano… la felicidad es la conciencia de crecimiento. Y esta clase de felicidad consiste no en un alivio, sino un enriquecimiento desbordante, que me traslada a paraísos inexplorados, perdiéndome en sus infinitos meandros…
—El registro ya está listo—… oigo la voz lejana de Estela y la miro con una nueva luz en mis ojos… Uffff!!... que bueno!

1 comentario:

  1. Judy,como siempre me impresiona la manera como atrapas al lector con esa descripción tan fascinante del medio que te rodea.Comienza uno a padecer el calor,la humedad,se escucha el abanico de techo remover el aire,se sufre con la resolana,se entiende el ser caribeño, y para los que no son de allá debe ser esclarecedor tu lectura para entendernos!!!

    ResponderEliminar