miércoles, 5 de mayo de 2010

LA OROPENDOLA




LA OROPENDOLA


Un día,
cuando la adolescencia
aun me dolía
Sofía Menassa me contó un pasaje
sobre una avecilla
que habita en las riberas
del río Sinú.
Según ella me ilustró
la oropéndola
no tenía atractivos
aparentemente especiales,
en su amarillo plumaje,
ni en su canto
que solo privilegiados escuchan
Su especial habilidad consiste
en la dedicada elaboración
de un hermosa mochila por nido
que reposa
inaccesible y sostenido
en altas ramas
del bosque tropical
amparando sus huevezuelos
de predadores…
Además
otras aves migratorias,
depositan sus nidada
en el NIDO DE LA OROPENDOLA,
perfectamente diseñado
para recibir a cuantos lleguen
que empolla retozona
y mas tarde completa su destino
dándoles cobijo y nutrición
a los nuevos polluelos,
como a sus propios hijos
para completar su función
protectora y nutricia
con esta historia
identifique a Sofía Menassa,
como la OROPENDOLA mayor.
Ella dio cobijo y protección
a todos los que
por una u otra razón llegaban
a parar a esa casa tan amplia
y generosa como su corazón.
De tal manera,
que ahí siempre había espacio y comida
dejándonos embebidos
de la abundancia
que prodigó
a los que necesitaban
resguardo o alimento
no contenta con concedernos
las necesidades primordiales
nos regaló un compendio de valores
y principios victorianos,
que nos forjó
como hombres y mujeres de bien.
Gracias, Oropéndola,
porque ese legado quedará grabado
como un sello indeleble en los corazones,
de quienes tuvimos el privilegio
de pertenecer a tu nido protector.
Una vez cumplida tu misión,
Dios te recibe con honores propios
de una gran líder y mujer,
para encomendarte nuevas misiones cósmicas.
Hasta siempre,
Oropéndola.

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