domingo, 9 de mayo de 2010

MAMA MÍA



Aprovecho hoy, para agasajar a las mamacitas en mi suerte de hija y madre a la vez, porque, madre solo hay una… —afortunadamente— dice Ana María Lemaitre. Madre: ser del sexo femenino que se reproduce. En mamíferos y humanos, la hembra gesta en su matriz y el feto madura, tras la labor de parto, da a luz. Un sentimiento encarna el afecto que ésta tiene hacia sus retoños y edifica una relación emocional perenne, que ejerce durante el resto de su vida. No hay de otra. Nuestra índole es ser dadoras y nutricias. Mis hijos ya son adultos y autosuficientes, pero muchas veces he percibido un cordón invisible que me une con ellos y registro cuando me demandan. A veces, cedo a la tentación de entrometerme, entonces, repaso los versos de Khalil Gibran y me retraigo: “Tus hijos no son tus hijos son hijos e hijas de la vida No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues, ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas, viven en la casa del mañana.” En las mamíferas con cría, se agita una fuerza mágica que la inspira a cuidarla, darle afecto, amamantarla y darle calor. Liberan hormonas en el parto, que avivan los instintos de preservación, que luego desaparecen; pero ya han puesto en marcha el impulso, que funcionará aún sin ellas. Qué grande es la alegría de sentirse madre o hijo en el mundo animal. A veces ese mecanismo también FALLA. Hay féminas, que tienen asumido su rol dentro del desarrollo infantil. En medio-oriente una tradición milenaria reza: La mujer que mece una cuna, mece al universo. ¡Tan vitales como son el amor, la educación y la formación de los niños!. En la usanza contemporánea, algunas madres la delegan —dándole prioridad a sus actividades profesionales o sociales. Y es que nadie va a una escuela de padres, sino que emulamos códigos asimilados por tradición. Pertenecimos a una generación mutante en donde se gestó la “liberación femenina”, —que no nos liberó nada, sino todo lo contrario—. A nosotros nos tocó ser hijos cuando disponían los padres y ser padres, cuando los hijos mandan. Nuestras mamás, si habían ejercido el rol de amas de casa y solo pocas asistieron a la universidad. Fuimos criados a punta de rejo y purgante de sal, convencidas que era lo correcto; y les funcionó, porque el resultado es una línea de personas creativas, responsables y —como decía mi tía Soffy— gente de bien. La competencia profesional entre sexos está barajando los roles, pero, menos parir y amamantar a un hijo. Y para qué querríamos hacerlo, si enaltece y es delicioso?... evoco la complacencia que me generó cebar a mis muchachos… no ha habido nada que lo equipare. Recuperar la estructura familiar puede salvaguardar la sociedad y a las madres nos concierne adjudicarnos ese débito. Algunas carencias psíquicas podrían ser suplidas si se consolidara nuevamente el núcleo familiar. La ausencia e indiferencia son acciones tácitas interpretadas como desamor y generan criaturas con vacíos atávicos, que algunos suplen con juguetes y chucherías tecnológicas. Otras, por el contrario, tienen ansias de concebir un hijo, cuando necesitan llenar un desierto existencial; “adquieren” un semental que les fabrique un “pelao”, —como si obtuvieran un botín— y en ese trasegar, aventuran con la existencia humana. Algunas se apropian de los hijos para manipular a sus ex cónyuges. Toda criatura tiene derecho a la presencia tangible de ambos progenitores. Madre, mamá, mami, mamita, ma, son expresiones usadas para llamar a una madre. Mamita llaman con cariño en algunos países los maridos a sus mujeres. En la universidad a los profesores más “blandos”, les llamaban madre, como también a alguien más bueno que el pan. A una hembra “buena” que va por la calle en la costa Caribe, la requiebran con un “mamacita” seguida de una retahíla irreproducible. Las hembras somos madres potenciales de los hombres sin importar su investidura, y a veces nos tratan así. Dicen popularmente, que ellos se pasan la vida anhelando por donde llegaron. MAMMA MIA!! —es un film que recrea graciosamente la condición maternal, con música de ABBA—. Además de Isabel, mi madre biológica —a quien tengo la suerte de tener—, tuve muchas madres: Mercedes, mi abuelita, quien trenzaba mis cabellos y mataba piojitos ficticios, para acariciarme la cabeza en una voz de ternura que archivé en mi memoria; Sofía —la oropéndola mayor— quien me brindó un nido y muchos valores; Eneida, mi hermana —quien me dio la calidez cuando lo necesité—; Raquel —la mamá de Maruja y Vilma, mis amigas y vecinas de niñez— quien peinaba mis greñas y me cantaleteaba; Leonor Mora —consejera de mi rebeldía—. Más adelante me reencontré con GEA, —la tierra madre— y hace poco recuperé a la amorosa María, —madre Universal de los cristianos— con quien me conecto a través de la tecnología universal del Santo Rosario. Mis tías, mis hermanas, primas, amigas, son todo un ejemplo de amor incondicional y mis maestras. Las madres tenemos derechos ganados al parir; el resto es ganancia. Mamá es la única, que siempre nos da una oportunidad mas, siempre está cuando la necesitamos. Hoy honro a mi madre; cuando no lo hice, iba perdida por la vida; la acepto, la respeto, la amo y espero poder servirla en la medida de mis posibilidades. Las bendiciones de una madre son sagradas para los hijos… Gracias a todas, gracias!! Que bueno tenerte madrecita!! Gracias por otorgarme el regalo de la vida eres un impulso de alegría para mi, tu fortaleza, una verdadera inspiración Dios te bendiga por siempre!!… Salud y vida! Oropéndola Madres legendarias • Eva, madre de todos los hombres, según la tradición judeo-cristiana y de Caín, Abel y Set. • La virgen María, madre de Jesús. • Raquel, madre de José y Benjamín. • Rebeca, madre de Esaú y Jacob. • Sara, madre de Isaac. • Afrodita o Venus, madre de Eros o Cupido, de Príapo, del troyano Eneas. • Penélope, madre de Telémaco y en algunas leyendas del dios Pan. • Betsabé, madre de Salomón • Agripinila, madre del emperador Nerón • Santa Mónica, madre de San Agustín

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