miércoles, 14 de abril de 2010

CUANDO MATABA A LA GENTE

Cuando era niña, resolvía mis antipatías con la gente, aniquilándolos. Si, los lapidaba: Con el pensamiento, con miradas matadoras y con el purito deseo.
Si la vista tuviese potestad de destrucción, es posible que habitáramos un planeta solitario, porque muchos albergan sentimientos afines, o ppodriamos ser seríamos las víctimas, porque como dicen en mi tierra: No somos moneditas de oro para caerle bien a todo el mundo.
Un rastro virtual de cadáveres tapizó mi senda núbil. Eliminé a familiares, maestros, amigos, políticos embusteros y desconocidos, con un “que te parta un rayo” o fantaseaba con su muerte súbita, solo porque me sentía ofendida o me caían gordos.
Al crecer, cambié la forma: les “hacía la cruz” —como si tuviera derecho o potestad sobre sus vidas—.
Luego, al ir despertando, entendí que no resolvía nada —y con solo ganas, tampoco funcionaba, jeje— gracias a Dios, estos malos hábitos han sido superados, aunque a veces me salten impulsos de ahorcar a alguien. Pero el mejor remedio es la tolerancia para con los demás.
Hace días visité unos amigos, que se auto flagelaban con la emisión del noticiero en la caja boba, donde ciertos periodistas fraguan crónicas nefastas —es su negocio— que avivan pasiones en la audiencia y el deseo insoslayable de abatir a los verdugos.
Yo escuchaba —sin meter la cuchara— y este silencio reflexivo me impulsó a hilvanar conjeturas sobre la muerte, una palabra que temía nombrar, como si al hacerlo la invocara; aunque los humanos le coqueteamos constantemente, pues en cada agresión a nuestro cuerpo nos damos muerte lenta.
—“Ojalá a esos asesinos les hicieran lo mismo” expresaban furiosos acerca de la violación de una pequeña—…Que tal que todos pudiéramos aplicar la caduca ley del talión o el código Hammurabi a discreción?...
Percibimos la muerte como castigo o condena y no como un tránsito de la materia en su secuencia evolutiva. Ahora, la concibo como un galardón para quienes concertaron sus deudas cósmicas y acataron su misión, porque sin duda, los buenos se “van” primero, y me refiero a los armónicos, los sabios, los que perdonan, los que entronizan sus cualidades humanas, minimizando sus debilidades —o pecados—.
Igual, después de los sin-cuenta, “tenemos la muerte detrás de la oreja” —decía mi abuela— así que todos los días hay que estar preparados, para no amanecer y acostarse —o morir— cada noche en armonía.
Cuando mi padre falleció, descubrí en su rostro de pajarillo dormido, la paz, la nobleza y la misma dulzura de carácter que desprendían en vida. A mis hijos que eran pequeños, les animé a contemplarle confortado en su féretro —y de paso, que le echaron una ojeada al semblante de la muerte, pues hace falta coraje para avistarla de frente— y ese rostro filial aludía en sordina, una premisa que le escuché decir a alguien y que he comprobado observando a los que desencarnan: “La gente muere como vive”.
Ese día, ni una lágrima surcó mi rostro; hice mi duelo durante su dolencia los últimos meses. Mi padre franqueó el umbral de la muerte acariciándola. Febril apuró el cáliz de su desencuentro con la vida, hallando redención cuando ya su vehículo terrenal —tan vulnerable— le pesaba:
—“¡OH!, ¡que martirio! —Expresó en una carta— Como el viejo tango: estoy descangayado, aunque aún no estoy fané. Ja! …Yo a ratos me siento bien y otras me retornan los ejes, hasta cuando Cloto y Láquesis le ordenen a Átropos cortar el deshilvanado cordel que me sostiene medio vivo. … Estoy en la última página, con CALENDARIOSIS MATUSALENICA Y VALETUDINARIA… estoy firmando a ruegos… en alguno de los patios del divino Dante... Mucha paz…Tu papi”…
A veces la vida se torna pesada, y quizás “del otro lado”, esté el anhelado bálsamo. “Con los años se llega a saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante”, —apuntó SABATO en EL TUNEL—. Y pensar que a muchos les gustaría vivir para siempre!... Me estoy acordando de la película: “La muerte le sienta bien”, con Merryl Streep y Goldie Hawn, protagonistas de una carrera loca por conseguir la vida eterna… Que hartera ser inmortal!.
Epicuro —padre del Hedonismo— decía sobre la inmortalidad —ese deseo ferviente de la humanidad— que: “es una arrogancia inútil y que es en la consciencia de la muerte donde habita el santuario de la felicidad “.
Por otra parte, la doctrina epicúrea del alma contiene el argumento contra el temor a ser mortal: “El alma no es más que una colección de pequeños átomos dentro del cuerpo y la muerte es sólo la dispersión de los átomos del alma. No debemos temer, ya que mientras existimos, la muerte no está con nosotros, y cuando llega, nosotros no existimos”.
Aquí comparto tres videos simpáticos sobre la pelona, pues es lo único seguro que tendremos, debemos cogerla suave y asumirla con serenidad, y dispuestos a partir cuando sea nuestro turno:
La muerte le sienta bien:
http://www.abandomoviez.net/db/pelicula.php?film=4826
La dama y la muerte (divertido corto español nominado al Oscar)
http://www.youtube.com/watch?v=3dt47iqLBfU
Vivir horas extras (cortometraje académico de una colombiana estudiante de cine en Buenos Aires, muy bueno):
http://www.youtube.com/watch?v=TEwkppjS400
Y un escrito costumbrista:
El entierro de Salustiano Vega
http://elnidodeoropendola.blogspot.com/2009/06/el-entierro-de-salustiano-vega.html

Oropéndola

No hay comentarios:

Publicar un comentario